domingo, 20 de junio de 2010

Capítulo 3: No volver

Me costó mucho volver a escribir. Fue un fin de semana largo, pero me quedé en casa. No hice mucho, el tiempo me sobró. ¿Qué hacer con el tiempo que sobra? Esa es una muy buena pregunta. De más joven hubiese salido, pero ya pasó el tiempo. Pasó por mi cara, por mis manos, por todo mi cuerpo. Me erosionó, me dejó así. Con este cuerpo erosionado no puedo ir a un boliche, o a un concierto de rock. Con este cuerpo tengo que ir al teatro. Pero no puedo. Simplemente no puedo. No puedo esconderme en una caja negra, no puedo entregarme a sensaciones, a imágenes. Mi piel quedó áspera y reseca, donde antes había sensibilidad ahora hay un callo, eso me lo hizo ella. En cierto punto se lo agradezco, si superé esto puedo superar cualquier cosa.
No, ya se, no lo superé. Creo que lo que más me molesta de su ausencia es el desvanecimiento. Todo un mundo se esfuma, todo un universo roto. No, roto no muerto. Como cuando muere una persona, sí. La prosperidad no existe, es el sueño de los idiotas, la muerte es no ser. Voy a cumplir años, ya perdí la cuenta del tiempo que llevo siendo yo, el tiempo que llevo SIENDO. Morir es no ser y solo los muertos no cumplen años. Morir es la ausencia de todo carisma, de toda luz, de todo recuerdo, es la amnesia parcial que segrega un cráneo roto. La relación murió, la relación no tiene recuerdos, la relación no cumple años.
Sin embargo yo vivo, y cumplo años y recuerdo, y mis recuerdos se erosionan, se estremecen, se marchitan, se reducen, se vuelven a estremecer, y con ellos, en mi fuero, me desvanezco.
Mi recuerdo en ella es solo un mueble en una habitación abarrotada, no soy yo. Mi recuerdo es ella, y con ella se va todo. No quiero volver, lo importante es no volver. Pero esto tampoco es mejor. Yo vivo porque sufro, y me erosiono. Yo vivo entonces sufro. No se por qué me esfuerzo tanto en encontrar las palabras indicadas para reflejar un sentimiento tan complejo. No se porque revuelvo en mi cabeza, una y otra vez la misma frase: "Todo lo que fue, ahora no es, y todo lo que soy es lo que nunca va a volver a ser."
Es como si un sinfín de remordimientos me asediaran de día, de noche, en el trabajo, en casa, todo el tiempo. No solo todo eso no fue y no va a ser, sino que no quiero que sea. Me niego a revivir al niño muerto que velamos noches enteras. En medio de sexo y llantos, de cenas, cines, noches frente al televisor, noches ignoradas. Pero también, lo importante es que soy, y lo que me queda es seguir siendo hasta que el cuerpo surcado por hondas arrugas deje de ser parte de mi. Hasta que la erosión llegue a un lugar irreversible. Hasta que yo NO SEA. Y después nada. Funde a negro. Amnesia total. Un niño que nace y otro que muere.
Todo eso es lo que me atormenta, ahora empiezo a darme cuenta que no tiene tanto que ver con ella, sino conmigo, y con los años. Me preparo para lo irremediable, las valijas con su ropa esperando su visita, las dos tazas en el lavaplatos, el café reposando en la hornalla, con el departamento limpio y vacío de recuerdos. Un departamento con el cráneo roto.Mientras me digo a mí mismo, más por autoconvencimiento que por sincera convicción que "lo importante es no volver".
Ojalá hubiese estado en mi vida tan seguro de algo como creo estarlo ahora.